Vuelven mis manos al silencio.
¿Qué oculta un verso cuando su imagen es una espada?
Robo al atardecer unas pocas horas,
quiero ser la noche guiada por un ángel exterminador.
Detrás de un orante persignado
hay un miedoso convencido.
Nadie debería creer en el más allá.
Cuando llegué la noche
la herida será incurable
y entonces sabrás que el paraíso
es solo un bello cuento de las innumerables biblias
Tú lo sabes bien,
aunque lleves en tus manos nerviosas un rosario,
una jaculatoria en tu boca y una mentira piadosa en tu corazón.
f.
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