No creo en el amor de los cementerios,
sí en el valor de su silencio
roto solo por los pájaros que cantan
bajo un cielo azul
y por el viento que gime en el interior de los cipreses.
Hay luces de noches infinitas,
mientras la ciudad se tiende
a los pies de los que ya nada les importa,
ella sigue su lento deshacerse
en vaivenes de corazones y sirenas
que abren a la noche su voraz destierro.
Otras luces alumbran lejanas,
los astros nos atraen a un lugar inhabitado
con su irremediable eternidad para los hombres.
He viajado por este arcén,
este vía crucis,
un camino sin paradas,
cuando solo el humo
y las cenizas guardan lo último,
la sombra que queda de alguien querido...
ese ir olvidando me parece más humano,
ya realizado el viaje a la nada,
convertidos en lo único que tenemos para ellos:
un lugar en los recuerdos.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario