De nada sirve abril encerrado en tus labios rotos,
ni un poema de lluvia, ni ciertos pájaros,
cuando detrás de nosotros sigue cantando el viento.
Derramo el vino:
He llegado de lejos con la simiente del verano entre los dedos.
Sé del albedrío de tu cuerpo,
de esas pausas, de ese fuego
una tras otra he roto las líneas rojas
que marcan la urdimbre donde morimos.
f.
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