Abro mi libro del frío y del desierto:
no hay respuestas claras para una noche turbia.
Sin miedos, sin océanos,
solo el lugar habitado por las ánimas,
un desierto de lumbre,
arenas que se apelmazan en silencio...
será así mi corazón,
como el cielo infinito
cuando, frío, besa la tierra y se hace escarcha.
f.
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