No hay luz después de la luz,
solo un hilo de sombra que cruza los relámpagos,
un querer de lluvia azulada,
el mar sin costas,
la laboriosa tarea de reconstruir un mundo de arena.
Escucho lo temible dentro de las caracolas,
soy de nuevo el niño huidizo, el llanto,
con todas las lágrimas inundando las palabras
en un día interminable.
f.
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