He escuchado varias veces esas canciones.
Son golpes de mar en mitad de la tarde
mientras se oye el sencillo bullir de las abejas.
Hay una brisa azulada que me entorna los ojos,
amarillea alumbrada por el sol la vieja tapia
y la hiedra tapiza de una manera anárquica la sombra.
Las flores gatean cerca de mis pies
Y hay cierta humedad pegajosa e irritable.
Ella vendrá más tarde.
Despacio subirá las escaleras
- siempre lleva un ábaco de posibilidades
entorno de su mirada -
enumerará todos los días,
las horas infinitas que trae cada atardecer de julio,
cuando aún ahogada por el calor se siente feliz.
f.
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