No cabe en mí otro hombre...
a veces, deshago los nudos del funambulista,
crezco aferrado a los muros
para alcanzar la luz
o me arrastro por la tierra
buscando en las raíces
los últimos signos de la vida.
Me corroe el tiempo de ser yo,
esta verdad de salmos
que trae mi propio adviento...
Sin dioses a quien reclamar piedad
solo queda contemplar
la caída, como una losa,
de la noche y su silencio.
f.
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