En la Galería de la Academia de Florencia.
Cuando Miguel Ángel miraba un trozo de mármol de Carrara,
los demás solo veían el acaso, nada definible
en los bocetos y las figuras en grisalla
ante la mole cálcica que había ante sus ojos.
Quizás los Esclavos, Moisés o la figura de David
tenían, cuando todavía se escondían a su gubia,
un secreto de murmullos y luz
con un sendero preciso en la piedra
que solo él podía recorrer.
f.
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