A un escritor famoso
Nada que ver el hombre encarnado en su fluir diario
con esta lumbre nocturna que ahonda en el agora de la palabra,
y que ajena a la posible herrumbre humana,
como masa mortal y débil ante el tiempo,
consigue un lugar entre las páginas de una biblioteca.
La trascendencia de sus libros es quizás la eternidad que le queda.
f.
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