Sin adviento morir un poco en otro,
en la sombra que susurra las coordenadas de los astros,
en el azul de unas gotas de lluvia,
en el quehacer de la lumbre en el fuego,
en el viento y sus pavesas de barro y arena...
nunca somos nosotros solos,
siempre hay alguien que contempla nuestra caída,
nuestro ocaso, nuestro florecer temprano
en mitad de la nieve y los almendros.
Viene el invierno y la verdad absoluta,
solo va a haber pájaros negros
y el silencio recóndito del bosque dormido.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario