Rehacen las hélices de la noche los signos inequívocos del deseo.
La premura de los pasos, la mirada intensa, el precio tasado en el hule de unos billetes, todas las respuestas en el sabor de una boca y en las pocas palabras que conservan la dignidad...pero nadie debe tachar de indigna a la soledad.
f.
Fotografía de Eugenio Recuenco
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