Prescindo de la felicidad.
Prefiero dirimir mi querencia contra las tablas de la ley
que ser el fiel reflejo, la sombra cálida de un poste de madera
que sostiene un alambre de espino metálico.
Este dolor sin nombre que siento al respirar
no me deja vivir en paz,
solo me permite conservar mi silencio,
contemplar las horas,
ahogar la quera de la noche
con lo agotador de ser mi propio vigilante.
f.
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