Cruzo despacio entre los surcos de las palmas de tus manos,
hay cierta humedad en las yemas de tus dedos,
una pulsión dolorosa en mi pecho al respirarte.
Escribo de ti, tejo un mundo donde depositar la urgencia.
Casi sin saberlo me rodeas
mientras yo soy tajo y parte en la verdad que atesoras.
El almizcle de tu cuerpo me dio este veneno
que toma a sorbos mi boca de tu boca.
Envejezco contigo, ciego en tu pasión,
navegando hacia islas que no aparecen en los mapas,
moribundo a veces
cuando desde el silencio de la noche
escucho a lo lejos tu canción,
tesela ante tus pies descalzos
cuando miras el mar
y callada me pronuncias
en una letanía que solo yo conozco.
f.
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