Ahora no quiero escuchar nada,
ni siquiera la música
que guarda entre sus notas parte de mi vida.
Quiero permanecer en silencio,
guardar la noche, sus horas,
mantener con cada una de ellas
un pulso de preguntas
y respuestas sinceras,
viendo como mueve el viento
con ráfagas de ira las banderas,
sintiendo como míos los golpes de las drizas,
con su peculiar toque metálico,
mientras apuro en la oscuridad
un vaso de ginebra con hielo
y los últimos cigarrillos que me quedan.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario