Una moneda al aire, decía, días nubosos y lluvia pálida.
Ignacio Escuín Borao
Hurgar en los días grises es como mirar al fondo de un pozo de agua oscura.
Siento el correr de la sangre por mis venas
y a veces, quizás, por mis dedos como una melodía de suicida.
Escucho en silencio el tañido del domingo,
ese eco fecundo, duro...y llueve sin descanso ante mis ojos.
Todo lo que da el azar es un hilo interminable de pérdidas,
lo que trae en la noche una mano con sus uñas negras
clavándose al costado izquierdo de tu cuerpo: llámale dolor.
Nunca vamos a ser libres,
la branza que nos ata tiene viejas cadenas,
nos hace temblar al albor de las tormentas
y con el viento húmedo y frío que arrastra.
Yo voy en busca de la nieve, caer en ella,
deshacerme en sus cristales...
y alargar la vida o este contorno azulado
que deja el silencio cuando calla.
f.
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