Eran pájaros volando en V
y solo se escuchaba en el atardecer
el largo sonido de su guía.
Una estancia donde refugiarme,
este sincero golpe de mar,
la huida de mis manos buscando la salida
o tu cuerpo redentor,
como si solo fuera una vida más que se me escapa,
un momento en que soy yo y mi sombra,
los dos perdidos en ti,
sin más palabras que morir de nuevo
cuando los pájaros todavía alumbran el cielo.
f.
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