No voy a usar los verbos que se me han caído al suelo tras sucumbir al presente de indicativo, ni siquiera voy a usar de nuevo los que andan zarandeando mi cuerpo con sus desmanes pretéritos y traen el pasado hasta aquí, a este abismo de silencio que solo deja el eco de mis pasos..como esos largos pasillos, mal iluminados, casi sin luz, en el que te sostienes de pie porque tus huellas resuenan como un amigo que te acompaña.
No hay soledad triste, solo hay soledad, un campo de besanas y barbechos donde hay viejas vías de trenes, caminos que llevan a una estación por la que han dejado de pasar, pero que guarda todavía la prestancia del olvido, lo que todavía tiene la dignidad de los que por allí dejaron sus voces y sus sueños.
La soledad somos nosotros, lo que nos hace sentirnos vivos en medio del desierto, del páramo o en plena urbe rodeado de miles de personas que siguen su tarea de naufragar porque es un virus que solo con contemplarnos se afianza en nuestra vida y vive para siempre como un arma mortal que late y espera su momento de victoria.
f.
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