No me preguntéis por el fuego...
mirad mis manos, húmedas de lluvia.
No hay prorrogas en este duro crepúsculo,
la calle es un río ausente
dormido por la luna.
A lo lejos crepita el cielo,
cada relámpago es un aullido...
siento los lobos despiertos en mi noche.
f.
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