Luego, después de todo lo que arrastra el deseo,
cuando solo nos queda
la parte de silencio que se pliega contigo
y miras, contemplando los cuerpos todavía desnudos,
entregados, tras sucumbir a la elevada cumbre,
puedes pesar en la memoria ese instante,
etiquetar, casi sin saberlo, todo lo que le rodea,
para volver de nuevo a vivirlo
con la otra intensidad,
que a lo mejor, para siempre se merece.
f.
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