Lo temible de algunas palabras es la voz,
no la que nace de alguien que recita un poema, no,
sino la que se escucha dentro cuando tú lo lees
y percibes como se te está abriendo un abismo
por donde cae en cascada un torrente,
donde se crea un profundo pozo,
y tú, abajo y solo,
irremediablemente te vas ahogando.
f.
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