Esto no es solo soledad,
es un incendio que nos desarbola
y se hace alumbre calando hasta los huesos.
Hemos abierto las puertas del cielo,
la noche estrellada ha vuelto a ser el único techo
y alimenta de silencio
cada rastro de lo que nos concedemos el uno al otro.
No hay mundo ahora, solo un océano que calla,
todos los trámites del fuego tienen nombre,
esos caminos que nos deja la lluvia
y se hace densa maleza para el olvido.
f.
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