Camina descalza sobre mi tierra.
Mete tus manos.
Anida despacio
en mi piel.
Escucha el viento,
sus hélices precisas sobre tus caderas,
anhelantes, se dejan llevar
por las consignas de la tarde,
y quieren el vaivén,
la lumbre que hace que cierres los ojos,
crezcan en dureza tus pechos
y el valor de la sal gane en tu cuerpo la partida…
afloras como un almendro en invierno.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario