Arde la voz y es música en el viento de la tarde.
Tú sientes que detrás de cada una de mis manos
ha quedado tibia y para siempre tu presencia,
y eso me hace pregonar en el silencio toda esta lluvia,
me dicta volver desde el principio hasta tu pecho,
porque ya sabes que soy faro,
isla, el último pájaro que abandonó el verano.
f.
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