Una pasión fría endurece mis lágrimas.
Pesan las piedras en mis ojos: alguien
me destruye o me ama.
Antonio Gamoneda
Y vuelvo sin saberlo al extremo izquierdo,
al lugar de mi cuerpo que se hace dueño de la química,
como si mi sangre tuviera en su recorrido un quehacer de lumbres
y, apagada, llegase hasta aquí para sentir el soplo de la nieve,
llegase aquí para quemarse dentro,
donde el fuego es de un silencio sordo,
y solo deja escapar un humo de carbón imperceptible,
pero que me hacer abandona la alquimia
para derrumbar todas las murallas.
f.
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