Vuelvo despacio, cansado, a veces silencioso,
como regresan los labriegos y sus bestias
de los campos al anochecer.
Todavía hay rastros de luz en mi camisa,
ecos de melodías,
la humedad desprendida,
cierta algarabía de palabras gastadas,
un poco de ansiedad, algo de desarraigo,
cierto hilo de sangre, cierta ira,
nada que no tenga que ver
con las pequeñas maldades
que te deja la vida.
f.
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