Semejante a un sueño de dos partes
un corazón se oscurece cada noche,
mientras, solitario,
he sembrado de lumbre, de fuego,
el paso de la lluvia,
el jardín donde la escarcha inunda tu cuerpo
y te hace ser invierno impenitente,
cuando la palabra, sangre mía, de mis venas,
sin miedo se ha perdido en el mar de tu esperanza,
entre las olas altas,
surcando con su luz el horizonte,
para llegar a ser instante fugaz,
noche tras noche entre tu cuerpo y tu belleza.
Aunque en verdad, en el desierto de tu boca,
un faro se derrumba cada mañana
ahora que en la soledad buscas la aurora.
f.
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