La holgura de los dos
era un sueño sin recuerdos.
Con los ojos cerrados
pusimos las caricias en el debe,
empezó la cuenta atrás de la deuda,
y el humo de los cigarrillos,
denso como sus labios rojos,
rodeándonos,
era nuestro salvoconducto
contra el mundo,
cuando la sombra
solo buscaba deshacernos en ella.
f.
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