Guardado entre las manos soy lo inverso,
el quehacer desnudo de una palabra vacía.
La oquedad trae demasiadas aristas cuando el sueño se acaba.
Hay un preludio de lluvia que me espera
y todo el otoño derramado en las hojas de los álamos.
No hay huellas, ni siquiera el silencio sopla sobre el viento.
He traído de lejos flores frescas,
mirad, oled, todavía respiran en mi pecho,
tienen el aroma del mar, la fuerza del océano,
las sílabas precisas de un verso
y la vigencia exclusiva que da cantar a la vida.
f.
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