Dulce quehacer el de las manos mías,
desde el frío al fuego
reconocen el color de la ausencia,
la labor de una caricia,
el despertar de un deseo…
y aunque ciegas,
caminan siempre tejiendo sendas
cuando la noche se hace de espigas y de barro.
f.
La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco
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