Siendo el vacío yo andaba en los muelles.
Escuchaba golpear el mar en el rompeolas
acompasado a mi respiración
y al sonido metálico del viento en las drizas.
Andar en el silencio como una llaga,
de puntillas el dolor se hacía de mí...
mis huellas no dejaban rastro en el cemento
y el frío húmedo del amanecer,
anclado hasta el tuétano de mis huesos,
buscaba ese instante
en que todo tuviera el valor de la derrota.
f.
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