Prescindo de la declinación de los verbos
y dejo que sea una palabra la que me anuncie el vacío.
Repaso mi cuerpo y sus gestos,
la labor del tiempo
y el quehacer de la noche,
todas las verdades que tiene mi piel,
y que a veces, se diluyen con el sordo sonido de la lluvia.
Vienen las sílabas y este deshacerme,
ahora que naufrago en las mareas,
ahora que sé que la muerte nace dentro
y sé que la eternidad no deja de ser una quimera.
f.
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