Nos cubría la luz de neón del anuncio del viejo motel.
Toda la carretera tenía el color de la lumbre del atardecer
y el aroma de las rosas se deshacía
con el vértigo de la gasolinera próxima.
Tus labios no pronunciaban mi nombre,
tus manos nerviosas jugaban con tu falda,
pero la música descendía como la oscuridad,
era parte integradora de nuestros propósitos.
f.
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