Es el recuerdo un hilo blanco que teje el tiempo,
una extensión de tus manos hacia la noche,
aunque ni siquiera la sed, tu sed,
se alimenta de las gotas del amanecer.
Contemplo mis manos,
traen restos azules y lágrimas sin nombre,
todas las cosas que consumí en las sombras.
A veces no sirven las palabras
para deshacerse de la oscuridad,
ni puede el silencio
dejar más huellas en la maleza de tu vida.
Sumas y restas todas las pasiones,
en cada signo de debilidad
que logras identificar en ti puedes reconocerte
y saber donde te llevaron tus falsos pasos.
Ahora, después de mirarme dentro,
encuentro más complicado
describir la mera razón de la verdad.
f.
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