Un nombre apenas guarda unas sílabas que tienen cierta holgura de luz y una senda de sombra. Suena dentro como un largo eco de montaña o la hondura lúgubre de un pozo que guarda lo cautivo de un hombre, el agua oscura donde se dibuja su vida.
Apenas percibes la luz sabes que de nuevo tus manos siguen guardando restos de la noche…la noche, ese vínculo que ata… la branza que te hace semejante a otro y te hace dirimir una pelea contigo mismo, un quebranto que se hace herida cuando has perdido la noción de lo imperdonable ya que tu mortalidad va minando, poco a poco y a diario, los valores que desde la juventud creíste tuyos…
Pero suena dentro un lamento, sigue sonando como una pequeña campana de difunto, la que te avisa de tu desnudez y de lo poco que en realidad importas en el mundo.
f.
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