Soy parte de luz y parte de sombra
y cada parte es un ejercito de muerte
que lucha en mi interior
una batalla diaria a sangre y fuego.
No tengo más signos inequívocos
que las palabras y el silencio,
un fuego de bosque, las crestas altas de las mareas
y las huellas rojas que deja un cuerpo en el amanecer.
Si acaso veis ternura en mis versos,
será la nieve del invierno
que todavía guarda al niño que no tuvo infancia,
los ojos que contemplan la vida con una mirada sin penumbras.
f.
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