La herida es el comienzo del ángel
Sergio Algora
No recuerdo la palabra eternidad
aunque tenga mi cuerpo zaherido por ella
y sus dientes en mi espalda
hayan dejado marcas de zafiros
y la huella húmeda de la noche.
Se derramó el tiempo
como lo hace la lluvia sobre la carne,
me empapó hasta la desolación
y todos los verbos sucumbieron
cuando las sílabas traían del cielo
recuerdos de fuego y de tormenta.
Yo he contado las noches,
una a una todas ellas mortales,
su deshacerme entre sueños,
el dolor de su amor salvaje
sus monedas de pago,
cuando dejaba sangre de sus alas
y un aroma a océano y nieve
como estigmas en mi anatomía.
f.
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