Recorro la noche con la serenidad de la contemplación.
Veo deslizarse los planetas silenciosos
y titilar y agonizar las estrellas
en la oscuridad del universo.
Tengo en el corazón una holgura de isla
y un océano impreciso me llama con sus mareas.
Reboso de sílabas confusas,
versos de fuego y nieve,
pero en mis manos no caben más preguntas,
demasiado hondo cada surco,
demasiado dolor envuelto en tiempo.
Contemplo el cielo...
guardo silencio.
f.
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