Recobro este instante de los dos,
una sombra fértil de lumbre y calor.
Me envuelve tu silencio
y me devora
cuando tus ojos me quieren traspasar
para saciarse de mí y de la noche.
Nos recorrernos despacio
sintiendo caer veredas y raíles de trenes infinitos,.
Perdido imperio
donde tu cuerpo retoma el mando
y me hace enarbolar banderas de derrota.
Cada gemido tuyo es una algarabía de pájaros marinos,
y es entonces, desde lo más alto de tu cima,
que cierras los ojos con fuerza
para clamar todas las blasfemias que conoces,
como si el cielo se derrumbara
y una lluvia de tormenta
me arrastrara contigo al fin del mundo.
f.
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