Reboso de sombras
como si cinco años de invierno
se abalanzaran sobre mi.
Escucho el viento,
las hojas de los álamos se inclinan ante él
y dan el envés plateado ante mi mirada silenciosa.
El río, el puente, un siglo de horas cayendo en cascada,
es la eternidad de un ángel moribundo
ahogándose en las aguas…
Siento en mi boca el sabor de sus alas.
f.
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