No sé por qué escucho sonar
un réquiem tocado con un solo violín
mientras mi corazón todavía palpita.
Soy como un viejo palacio inundado por las aguas,
las ménsulas sostienen un arquitrabe de símbolos vacíos,
habitaciones donde nada poseo
y donde solo perduran las huellas del tiempo.
Apenas se salvan tres o cuatro versos
que merezca la pena conservar.
Ahora en la oscuridad de la noche,
cuando nadie conoce a nadie,
solo queda permanecer en silencio
y resguardarse, cada uno, de si mi mismo.
f.
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