De un viaje y su distancia
todavía quedan huellas en mis manos
y un rumor de pájaros
y nubes blancas prendidas en el viento.
He alterado uno a uno el sabor de sus besos,
su boca trae a mi memoria el ardor de la selva
y siento estremecido la diamantina luz
que cortaba la piel como una daga,
la que trae el amanecer a la soledad de los amantes.
f.
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