Hay noches que guardan nombres en tu boca
y son raíces que se alimentan del corazón.
Desnudo y entregado todo tiene un valor simple,
eres sombra y luz de un cuerpo a otro cuerpo,
un lado de muerte y otro más oscuro pero de vida,
esa branza que te une a cierta tierra
y hace que seas un signo de árbol,
un cedro en soledad,
una nube inmóvil o un pájaro silencioso.
Todas tus preguntas hablan de ti,
de la holgura de los días, sus horas,
a veces rehechas con un quehacer de bosque,
otras con una inanición desesperada.
Hablan del movimiento de tus manos en la nieve,
del desorden preciso de los verbos
que ocultas en tu mirada,
la hiedra con que tamizas las grietas del tiempo,
y el jaque que te da de este vacío
en medio del mundo y la desolación,
y como una y otra vez,
te acerca un poco más
a ese instante preciso de la demolición.
f.
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