En estas sílabas que dejo sin rastro
prescindo del hambre,
no voy a daros más voracidad
que la que os hace estremecer en el bosque...
no dejo más sed que la que agoniza en la tormenta,
certero aguacero que empapa la sangre de palabras.
Hay entre mis manos un aroma antiguo,
flores secas, hojas muertas,
caricias que sajan mis huellas,
las verdades que solo se sostienen en la noche,
cuando morir en silencio es más sencillo.
f.
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