El lenguaje silencioso engendra fuego
Alejandra Pizarnik
Desnudo nuestro lugar, donde el mundo callaba,
mis pasos guardan sombras y ciertas miradas perdidas.
Hago de esta vieja estancia el fiel reflejo de un recuerdo.
El silencio navegaba en nuestra piel,
era fuego y se alimentaba de susurros y penumbra
En mis manos cabía el agua de los dos,
la lumbre se llenaba de esencias y aromas,
y fueron así todas aquellas noches de estío
en que nos guarecíamos el uno en el otro
llevados allí por el ardiente ansia y el deseo mutuo.
Todo era una batalla cuerpo a cuerpo,
las horas se deslizaban por el contorno de su espalda
yo moría descubriendo sus senderos
y viajando al punto exacto de la dicha…
hasta que el amanecer
traía en su filo con la luz, de nuevo el adiós.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario