A veces se desprende de mí una sombra,
un silencio de árbol y hojas al viento.
Se queda quieta,
esperando, contemplando, en silencio,
mientras me alejo
y siento adentro el desmán de la pérdida,
una brisa nocturna que me estremece,
cierta lejanía que pronto olvido,
como esas distancias entre tú y el mar
o con las ciudades que uno ama.
De la misma manera y sin saber por qué,
cuando al tiempo
vuelvo a pasar por algún sitio
de otro instante olvidado de mi vida,
cierta calle, cierto puente, cierta esquina…
como una gata mimosa,
se encima a mí la sombra que perdura.
Ronroneando en mi corazón
me cuenta despacio todo lo que perdí al irme.
f.
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