Uno nunca sabe si su universo literario y su vida real andan juntas, ni siquiera si las percepciones más nítidas que te asaltan cuando escribes tienen que ver con las que sienten los demás...uno, yo, maldigo a veces no ser de verdad un personaje como Swan en busca del tiempo perdido o no ser Bloom recorriendo las tabernas de Dublín y Fausto o el mismísimo Príncipe Valiente.
Nunca sé dónde está el límite, la línea donde dejo de ser yo y me convierto en el hacedor de las sílabas imprecisas que a modo de fiebre me transforma y me hace pasar las horas entre las negras teclas de un ordenador.
f.
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