No me urge el verbo
- aunque de mi boca sea tirano -
ni siquiera esta forma de deslizarse la vida,
entrometida en cada gesto,
viniendo a mí a cada instante para inundarlo todo.
Frecuento la soledad,
sí, su lado más oscuro me habla al oído...
debe ser mi estado melancólico,
una enfermedad que heredé de mi madre,
viejas raíces con ese punto de ira
que sin saber por qué deshace toda comprensión,
genera un río de locura...
ensalza, sin yo querer, lo peor de mi mismo.
f.
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