No hay nada después del después,
solo un armisticio hecho de raíces,
promesas incumplidas,
todas las verdades que quedaron...
un hacer de viejas hilanderas
uniendo a los costados
las hebras del pasado.
Existe la soledad,
es una cuerda de esparto que se tensa
como una emoción abierta a la noche.
A puñados recojo el ansia.
Vierto de mi boca la última esencia,
unos dirán que es triste el comienzo de todos mis poemas
mientras sus lágrimas tienen el poso del recuerdo,
pero seguro que esta bala de plomo,
la que se ha disparado contra sus corazones,
tendrá en sus pechos el principio de su mortalidad.
f.
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