Lo preciso no es el abrazo de la tristeza,
ni el fragor incansable de la lluvia
cuando en mitad de la oscuridad
recuerdas tu corazón con su galope solitario.
Traen todavía tus dedos una suma de dudas,
tu cuerpo la esencia tibia que han dejado las caricias,
tus labios murmuran, sostienen los nombres,
sílabas que nunca pronuncias delante de otros
y que te dan tu lugar en el mundo.
f.
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