Mi sueño vive debajo de tus parpados
A. Gamoneda
Es la hora del incienso y de la mirra,
de pájaros y melodías de silencio en el caer del sol,
la hora en que todo lo trae el rojo envuelto en las yemas
mientras nadie escribe en la tierra los registros del corazón.
Hurgo en las palabras,
una a una se derraman sobre mí,
ya no son la cera caliente
ni la mano que busca el relámpago,
llevan los signos de la serpiente,
el vestigio del caos y de la luz,
lo que ha de dejar marcas y dolor
con el paso inconfundible de los bárbaros.
f.
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